lunes, 1 de octubre de 2018

Lo que yo hacía con la palabra




Una escalera en el laberinto

Lo que yo hacía con las palabras ya no importa

Está en el agua.

Lo que yo hacía con la palabra era no morir

no se entendía

Lo que yo hacía era gritar sin abrir la boca

Con la palabra, andamios

Esqueletitos en los que sostenerme, en pie

El poema siempre brazos, piernas y un pequeño corazón

Cada verso

Una huella

Lo que yo hacía con las palabras era respirar

Tener dónde tender la ropa al sol

Lo que yo hacía

Con la palabra me ponía un nombre

Y nacía.








.

martes, 23 de enero de 2018

que no se ve

 

Nube
Pluma
Sube

Cuando poeta todo lo nombraba.
Más aún lo que habita entre las cosas
más aún lo invisible
más aún lo del aire.

Nada más dios que un poeta.
Cuando todo descansa él nombra lo oculto
y crea lo que no existía. Lo que mana, rodea y flota.
Lo que subyace sin sustancia.

La palabra vuelve cuerpo lo que nombra.
y así el poeta rescata del silencio
humores   memorias   átomos sueltos
 sombras       conciencia

Como gemas, hila y engarza
esos puntos que a sus ojos brillan,
los integra los viste los cubre los envuelve
y revela con audacia 
un océano.
Nadie lo veía pero estaba:

La vida tiene un propósito constante
una red de sentido sin fisura
pero como no se ve... 

Ahí vamos, escindidos.
De un puerto a otro, de un punto a otro
de un pensamiento a otro, de un siglo a otro
solos, estancos, despedidos, distantes.
Nombres y apellidos, mojones, condenas, puntos cardinales, diagnósticos,
ciudades capitales y fronteras.
Siempre vamos rodeados de un vacío 
precipicio
un miedo de no ver la próxima piedra
y una pregunta que nadie responde.

Pero el poeta sabe.
Hay constelación.
Hay manto.
Y como también sufre 
lo busca, lucha, lo descubre y lo comparte.
Al alcance de todas esas manos que él sabe 
extensiones de su propio corazón.






.

¡Fuera!



Se los sacó de encima.
Una fuerza invisible ha barrido de la playa
a los necios veraneantes. De a uno
los ha doblegado.
Libro, mate, pareo,
sombrilla, lona, reposera,
paletas, vianda, crucigrama,
-en extremo insuficientes las dos manos-,
se retiran. Recién llegados.
Despeinados. Ciegos. Aturdidos.
Extenuados por la más boba de las perseverancias.
Barnizados de loción,
sólo útil a los fines de adherir la arena lacerante.
Torpes, humillados, blancos; trastabillan.
Demasiado desnudos para tanto jaleo.
Sucumben finalmente a una voluntad superior:
Su Majestad, el Viento.
Pobres veraneantes...
Repletos del anhelo urgente de recrear la postal
de la que Mar del Sur se ríe a carcajadas. 

Va






En el verde borde de ayer y hoy
tu nombre
como sello vivo

En la breve brisa que no ves
tu aliento
como canto leve

En el corto curso de las horas
tu pulso
corazón que rima

En el cielo abierto de la vida
tu mirada
no se canse nunca