lunes, 13 de abril de 2015

Ahora





Te conozco sombra, tanto…
Y aun me engañas.
Insaciable tejedora de mi pena. 
Codiciosa oscura 
 descendiente de mi propia costilla.

Los que sufren una vida partida en pedacitos   
 -visibles, sangrantes, contundentes-
han de reírse de este sufrimiento 
poeta.

Sólo yo te veo
en todo tu ancho
desde el día que nací negándome sonrisas y sueños, uno a uno.
Sacarme todo te vi y te veo sacarme todo
hasta no ver nada, nada, nada
de lo que me rodea, salva, logro y amo.

Sufrimiento es uno, el humano.
Y tu nombre Ignorancia.

Este dolor por nada en que me habitas,
de invisible efecto y causa, es humillante. 
Ahora:
Yo tengo una fe, una fe elegida libremente
-como libres vos y yo nos elegimos-.
Aunque crezcas 
gigantesca
tratando de ganarle
y confundas corazones y piedras a tu antojo,
yo tengo una fe a la que juré no renunciar
pase lo que pase
hagas lo que hagas.

Volverás y lo sé, en cada trino,
con tu aguijón puntual
al alba siempre.
Mi victoria final ya declarada es
y será
haber dado batalla a tu presencia.
También cada mañana.