jueves, 13 de diciembre de 2012

allá va



El hijo que mira
la propia vida torpe.
Y la propia vida
quiere ser ejemplo
que le sirva al hijo.
Sustento y herramienta.

El hijo que con su mirada
también dice la calma
que el tiempo imprime.
Estoy bien,
dice con los días.
Estoy bien.

Las cartas que lleva
rebalsan mi anhelo
de verlo feliz.
Mi deseo profundo de
que en su mundo haya respuestas
y noches tranquilas.

Allá va mi hijo.
Quisiera tatuar la buena fortuna
en los suelos que pise,
en su paso, en sus plantas.
Quisiera despegar mis angustias
de su historia.

Hacerle llegar como un río
el caudal de coraje y audacia
que la vida exige.
Confianza en sí mismo,
brújula deseo
y toda la risa.


3 comentarios:

  1. Buenas,

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  2. Precioso. Los hijos... espejos infinitos en los que hasta nuestras propias oscuridades se vuelven hermosas...

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  3. Gracias por tu comentario!!! Perdón pero recién lo veo!!! Saludos! Flor

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