Te conozco sombra, tanto…
Y aun me engañas.
Insaciable tejedora de mi pena.
Insaciable tejedora de mi pena.
Codiciosa oscura
descendiente
de mi propia costilla.
Los que sufren una
vida partida en pedacitos
-visibles, sangrantes, contundentes-
han de reírse de este sufrimiento
han de reírse de este sufrimiento
poeta.
Sólo yo te veo
en todo
tu ancho
desde el día que nací negándome sonrisas y sueños, uno a uno.
Sacarme todo te vi y
te veo sacarme todo
hasta no ver nada, nada, nada
de
lo que me rodea, salva, logro y amo.
Sufrimiento es uno,
el humano.
Y tu nombre Ignorancia.
Este dolor por nada
en que me habitas,
de invisible efecto y
causa, es humillante.
Ahora:
Yo tengo una fe, una fe elegida libremente
-como libres vos y yo nos elegimos-.
Aunque crezcas
gigantesca
tratando de ganarle
y confundas corazones
y piedras a tu antojo,
yo tengo una fe a la
que juré no renunciar
pase lo que pase
hagas
lo que hagas.
Volverás y lo sé, en
cada trino,
con tu aguijón puntual
al alba siempre.
Mi victoria final ya declarada
es
y será
haber dado batalla a
tu presencia.
También cada mañana.