1) Acuéstese boca arriba, bajo un cielo abierto que atardece.
2) Pese, sienta el apoyo nítido de sus huesos en el suelo.
3) Deje que todo lo que no es hueso (músculos, órganos, en fin, todo) chorree y se escurra más y más sin soltarse de usted, como agua de riego que penetra en la tierra.
4) Cuando este agua de usted llegue a unos siete metros de profundidad véala arremolinarse y enroscarse en sí misma formando una soga o lazo único sumamente elástico, firme y transparente.
5) Observe este lazo avanzar hacia lo profundo decididamente hasta llegar a una mano que lo sostiene, la mano de un pequeño hombre sonriente que está sentado en el centro de la tierra.
6) Pídale al tipito que tire suavemente de su lazo algunas veces y coordine esto con su respiración, así: cuando él tira usted exhala, cuando él afloja usted inhala.
7) Ahora cierre los ojos y pídale que tire lo más que pueda, que tire y estire su raíz de agua elástica al máximo, mientras usted exhala vaciando sus pulmones por completo.
8) Con su última gota de aire ordénele que suelte el lazo para generar un efecto catapulta y cuando él suelte...
9) Abra los ojos, inhale y ¡salga disparado nomás! ...Húndase en el cielo.
10) Vuele tranquilo. Su amigo tiene soga para rato y lo hará volver amablemente, como se recupera una cometa.